El pirata Arripaye
- José Ignacio Delgado
- 26 nov 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 10 mar 2020

La privilegiada situación de Gijón y su consecuente relevancia como uno de los puertos principales de la península ibérica, ha propiciado notables episodios no exentos de sangre y fuego. Uno de los más sugestivos es el que protagonizó a principios del siglo XV el temible pirata inglés Harry Paye, también conocido por su nombre "españolizado" Arripaye. Marino intrépido, mercenario al servicio de las causas mejor pagadas, Harry aterrorizó los mares partiendo de su ciudad de Poole, y abarcando desde Normandía hasta el Cabo de Finisterre, donde robó la suntuosa cruz de oro de su iglesia. Curiosamente, su nave María obtuvo licencia para el transporte de peregrinos a España, lo cual no fue óbice para que una vez cumplida la piadosa misión, recorriese la costa rapiñando puertos y ciudades. Una de ellas fue Gijón, a la que ordenó prender fuego, según se detalla en la escritura de fundación de la Iglesia de San Pedro de 1410. Como venganza, Don Pedro Niño, Duque de Buelna, capitaneó una flota de navíos franceses y españoles que destruyeron el puerto de Poole, refugio del corsario. Durante años este beligerante "toma y daca" condicionaría el tráfico marítimo por el Canal de La Mancha, cobrándose numerosos navíos de uno y otro bando. Es completamente innecesario señalar que Gijón fue reconstruida con un mejor amurallamiento que sin embargo no evitó posteriores asedios. Más inciertos son los motivos que pudieron llevar al mercenario a devastar la ciudad, apuntándose incluso la venganza por un amor despechado. En reconocimiento por los servicios prestados, la corona británica concedió a Arripaye el título de Guardián de los Cinco Puertos y una pensión real de por vida. Murió en 1419, siendo enterrado en la ciudad de Faversham, condado de Kent.
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