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"El Cascanueces" en el Auditorio de León

  • Foto del escritor: Cascanueces
    Cascanueces
  • 11 ene 2020
  • 2 Min. de lectura

El Ballet de San Petersburgo representa uno de los grandes clásicos del repertorio.

16 de enero, 2020 - 20:30h.

Auditorio de León: Av. de los Reyes Leoneses, 4 (24008 León).


El Ballet Clásico de San Petersburgo, fundado por Andrey Batalov y Andrey Scharaev acumula un merecido prestigio por sus representaciones de obras como El Lago de los Cisnes, El Cascanueces, La Bella Durmiente, Giselle, Don Quijote, Chopiniana y también las coreografías contemporáneas creadas por Alexey Miroshnichenko, Emil Faski, y otros. Continuadores del estilo de la escuela clásica rusa, su primer bailarín (A. Batalov) acumula en su carrera numerosos premios y reconocimientos.


El Cascanueces es sin duda una de las obras más representadas y queridas por el público de todo el mundo. La emblemática partitura de Piotr Tchaikovsky expresa el encantamiento de una historia puramente navideña que se desarrolla en una ciudad alemana a principios del siglo XIX: Los invitados llegan al salón de la casa de los Stalbaum. Entre ellos Drosselmeyer, un viejo chiflado, inventor de juguetes y amigo de los niños. Tiene preparadas muchas sorpresas para los niños; entre ellos, el Cascanueces. Por la noche, Masha se duerme abrazado a este último juguete. En su sueño, un grupo de malvados ratones invade la habitación, guiados por su Rey. El valiente Cascanueces llama a los soldaditos de plomo a la guerra, pero las fuerzas de los ratones son superiores. Cuando todo parece perdido, Masha salva al Cascanueces, quien termina derrotando al Rey de los Ratones. Drosselmeyer convierte al Cascanueces en un bello Príncipe y, mágicamente, nos transportamos al extenso territorio de las nieves. El Cascanueces-Príncipe invita a Masha al mágico palacio de sus sueños. Se encuentran con angelitos y muñecos, y flores espectaculares llenan el escenario. Tras este sueño, en las manos de Drosselmeyer de nuevo está el Cascanueces, otra vez juguete.


Una ocasión, en fin, para de nuevo dejarnos transportar a una historia mágica, contada a través de una música excelsa y traducida al movimiento por una coreografía igualmente bellísima.




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