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  • Foto del escritorCascanueces

El Salón de Saraos

Evocación del espléndido pero fugaz edificio áureo

"Valladolid, plaza del Palacio Real" (Valentín Carderera, 1836)

-Al fondo, conectado con el Palacio por un pasaje elevado, el Salón Real o 'de Saraos'-



Como complemento (no será el último) de la serie de entradas sobre la Plaza de San Pablo de Valladolid, evocaremos en estas líneas un edificio de gran significancia durante el tiempo que la ciudad ostentó la capitalidad del reino. Fue construido en un tiempo récord para cubrir la necesidad del rey Felipe III de contar con un espacio multifuncional donde celebrar los importantes actos que tuvieron lugar en 1605, ya que el Palacio Real carecía de una estancia capaz de albergar con desahogo un número suficiente de participantes o asistentes. Por ello se decidió construir, sobre las antiguas casas de los condes de Miranda, el llamado "Salón Grande"o Salón de saraos" que, aunque estaba separado del núcleo principal del palacio, se conectaba con el mismo a través de una galería elevada que salvaba la calle. Aprovechando la configuración de la vivienda original, esta se amplió mediante el uso de carpintería y lienzos de albañilería (lo que facilitó su rápida ejecución), en una obra dirigida por Francisco de Mora. Artistas como Batolomé Carducho, Fabrizio Castello o el mismísimo Gregorio Fernández participaron en su exuberante decoración, que incluía la rica ornamentación de yeso policromado característica de su tiempo y un monumental trono. De esta forma, en junio de 1605 y coincidiendo con las celebraciones por el nacimiento del príncipe heredero, el rutilante salón acogió la ratificación del tratado de paz redactado en Londres el año anterior. El almirante Charles Howard, conde de Nottingham, a la cabeza de una suntuosa delegación de más de 500 miembros firmó por la parte inglesa. El rey Felipe III, acompañado de su valido el duque de Lerma, por la española. El siguiente acto que acogería el salón, unos días después fue la espléndida mascarada (una mezcla de baile de gala y representación teatral en la que participaron miembros de la Casa Real) que incluía complejos movimientos de tramoya, escenografía y una espectacular iluminación con cientos de candelabros. Las distintas 'relaciones' que dan fe del evento hablan de 3000 invitados...

Sin embargo, y tal como le sucedió a la propia ciudad tras la marcha de la corte en 1606, el esplendor del Salón de saraos, pronto devino en irremediable decadencia, quedando tan solo el eco de aquellos magníficos fastos. Conocido en décadas posteriores como el 'Coliseo', aún albergó algunas obras teatrales y otros actos diversos antes de su desmantelamiento definitivo en 1763. Sin embargo, la memoria de aquel espléndido espacio, pervive entre nosotros gracias al testimonio escrito que nos dejó el entusiasta Tomé Pinheiro, quien en su obra "Fastiginia" realiza una pormenorizada descripción de la sala (y de la mascarada, a la que él mismo asistió). He aquí un fragmento de la misma:


"Costó hacer la sala 60.000 cruzados, y es tal

que después de preparada la madera, se trajeron

para ella y pasadizo 18.000 carros. Está armada

sobre columnas de madera muy gruesas y altas

para quedar al igual del pasadizo, detrás de lo

cual queda lo que le sirve para corredor por la

parte de Palacio, y por encima le queda todavía

vista para la plaza.


Tiene por dentro de largo 210 palmos y de

ancho, en proporción, casi sesquiáltero, 75; de

alto 50; es enladrillado; el interior tiene cinco

paños, con el techo que llamamos de esteira, y

ellos llaman cielo llano, repartido en artesones ó

compartimentos cuadrados, con sus rosas ó baci-

netes, acompañadas de follajes ó grutescos alter-

nados, con sus frisos ó festones dorados, y en los

costados una perspectiva de columnas y arcos

que engañan la vista, pareciendo que está el

techo armado sobre ellas; todo dorado y pintado

al óleo con mucha gentileza.


Ándase toda la sala por fuera por corredores,

que tiene alrededor de dos pavimentos; por el

lado de dentro queda como galería con dos

órdenes de ventanas; en el frente quedan 14 de

cada parte, mas no llegan á las esquinas.

Sobre esta se hizo un mirador con su orden

de ventanas alternadas, unas de arco, otras de

escuadra, con su lucera encima; los arcos con sus

medias columnas arrimadas á los pilastrones con

basas y capiteles dorados, por encima sus frontis-

picios y entre ellos claraboyas y por encima su

arquitrabe, friso y cornisa, y sobre ella se armaba

el revestido.


Estas ventanas ocupan toda la sala en redondo

y tienen de cada parte 24, y en el testero 6; en la

entrada se hace un recibimiento y sobre él se

halla un coro, armado sobre cuatro columnas, á

modo de media naranja, compuesto el techo de

espejos grandes y pequeños sobre azul, en los

que reverberando la luz de las luminarias, se

representaba todo más hermoso .


En el testero, en lugar de dosel se hizo un

trono, á modo de arco triunfal; fórmanle 12 co-

lumnas dobladas estriadas con su pórtico y fron-

tispicio, el cual representaba el templo de la

Virtud y en la cúpula la Fama, y sobre los capite-

les figuras de ángeles de tamaño natural (3); en

los intercolumnios de la parte de dentro y de

fuera, con sus centros jaspeados, quedaban cuatro

figuras de cuatro virtudes, con sus insignias, á

saber: la Religión, con el caduceo de Mercurio, la

Justicia con el rayo de Júpiter, la Prudencia con

la esfera y la Victoria con palmas. Ellas y toda la

obra del templo de oro bruñido, sin otro color;

dentro, en él se pusieron cuatro sillas de brocado

para los reyes y una en medio para la infanta,

que había de representar la virtud perfecta.


Cuanto al adorno exterior, en las esquinas

estaban los paños de Túnez; del primer orden de

ventanas para abajo, otros de menos seda, de

raso y oro; en las ventanas cortinas verdes, en los

intercolumnios tafetán de verde y oro.


En el lado derecho se hizo un tabernáculo

bajo para los contrabajos ó violines, y otros dos

coros se ordenaron en las ventanas de las gale-

rías, uno enfrente del otro, para los demás instru-

mentos, y músicos de una parte y otra alrededor

de la sala; apartados 12 palmos de las paredes se

pusieron bancos con alcatifas, y de la parte de

dentro quedaban las damas arrimadas á ellos, y

para atrás se hicieron unas tarimas con tres esca-

lones en que quedó la gente, para no quitar la

vista á los que quedaban detrás; las damas se

sientan en las alcatifas, y los grandes que tuvie-

ron lugar con ellas, en almohadas. Para alum-

brado, había en la sala 18 blandones de plata, 9

de cada parte, que pesaría cada uno cuatro

arrobas.


En la cornisa de abajo del primer orden de

ventanas, que tenía tanto saliente que andaba un

hombre, observando y espabilando, había

24 candeleras de plata, que con seis del frente

eran 30, de tamaño y hechura de platos de agua

para las manos, ó bandejas de fruta, que parecían

pesar más de 12 arrates, con sus blandones en

los dos arcos, 27 remates ó bolas de plata de tres

luces, y en las claraboyas otros tantos candeleros

de cinco luces, y venían á ser las piezas de plata,

fuera de infinitos velones ordinarios, 126, y las

luces de ellas 288; y todas pasaban de 350, con

lo que quedaba tan ciara


Ch'acceso esser parea di fiamma viva;

tanto spiendore intorno e tanto lume

raggiava, fuer d'ogni mortal costume .


Y, con todo, no había humo, porque á más

de las ventanas que salen á los corredores, en el

techo tienen algunas claraboyas, disimuladas para

ese efecto, y así le compete la semejanza de la

casa de Logistilla."

















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