top of page
  • Foto del escritorLaura Preminger

Flesh and Bone

¡Danzad, danzad, malditos...!

Sarah Hay en "Flesh and Bone"


Tendría yo diez años cuando Televisión Española comenzó a emitir "Fama" durante la sobremesa de los domingos. Y aunque no diré que las aventuras de aquellos aspirantes marcaron decisivamente el rumbo de mi vida, tampoco me cuesta admitir su influencia en algunas decisiones que tomé años después. Yo prefería a Leroy, tan enrollao como buen bailarín. Siempre que escucho cantar a Irene Cara "Fame! I'm gonna live forever, I'm gonna learn how to fly..." me da un poco de subidón, pero pasado el tiempo encuentro bastante irritantes a la mayoría de personajes. Cosas de la edad, supongo.


Viene a cuento lo anterior para justificar mi interés por todo docudrama, película, historia que se sumerja en el inframundo de la escena en cualquiera de sus variedades. No en vano me licencié en Arte Dramático (especialidad de interpretación, que tan útil ha sido luego en mi desempeño como 'mujer de leyes'). Y dado que las actuales circunstancias no me inspiran demasiado para ironizar sobre las veleidades del monsters parade patrio (¿de verdad soy la única que ve claro que el mundo se va al carajo?...), de vez en cuando echaré un rato para escribir sobre estos temas. Por ejemplo, he revisitado de un tirón junto a mi coctelera (astenia otoñal) los 8 capítulos de la primera y única temporada de "Flesh and Bone" (2015). No tengo idea de por qué la serie no tuvo continuidad, y eso que era un proyecto personal de Moira Walley-Beckett, guionista y directora que poco antes había tocado el cielo al conseguir un Emmy por un episodio de "Breaking Bad", el brutal e inolvidable «Ozymandias». Y aunque F&B no era una serie 'redonda', sí tenía suficientes buenas cualidades y un final que dejaba claramente abiertas varias líneas argumentales. Influenciada, creo, por la película "Cisne Negro", la historia gira en torno a Claire, una misteriosa bailarina recién llegada a N.Y. que consigue una audición en una prestigiosa compañía de danza. Introvertida y tímida (el entorno se afila las garras para el previsible intento de bullying), su pasado en la ciudad de Pittsburg oculta oscuros episodios. Un dolor que la acompaña siempre alimentando hábitos masoquistas, que ella ha aprendido a sublimar sobre el escenario. Y es que (junto a una técnica impecable, obviamente) esa capacidad de conmover es su mayor cualidad. Muy bien interpretada por la bailarina y actriz Sarah Hay, Claire atrapa la atención con su invencible magnetismo, y los próceres de la compañía ven en ella a la próxima estrella. Tampoco carecen de interés el resto de personajes, si bien su retrato es bastante tópico: el director artístico en plan reinona, exigente hasta la obsesión; la envidiosa manada de bailarinas/marujas despotricando contra todo bicho viviente; la secretaria tragona y algo simple aunque comprometida con la compañía; el homosexual negro fastidiosamente amanerado pero siempre ocurrente; o una coreógrafa lesbiana que ayuda a los bailarines a encontrar su propio yo a ritmo de djembé. Destaca la presencia de la elegantísima Irina Dvorovenko (antigua estrella del American Ballet Theatre) en el papel de Kiira, prima ballerina drogata que ve cómo sus facultades decaen al tiempo que Claire sube rápidamente en el escalafón. Hay personajes francamente absurdos (el homeless-poeta Romeo despierta mis instintos homicidas), y otros inquietantes como el hermano de Claire, egresado de Afganistán. La serie pretende impactar con una historia incestuosa (improbable tragedia griega en los penumbrosos suburbios de Pittsburg), escenas de sexo bastante explícitas aunque no muy imaginativas, y primeros planos de pies sangrantes como es de rigor en el estilo ballet-gore que inició la citada Black Swan. También hay (¡quién lo iba a decir!) referencias directas al "Showgirls" de Verhoeven y una subtrama con la mafia rusa... Las secuencias de danza están bien resueltas, mostrando también su efecto emocional en los espectadores. La serie refleja con verismo el esfuerzo, sacrificio y competitividad que exige la profesión de bailarín 'clásico'. Lástima que no interiorice más en el carácter de los personajes. El final, a mi entender, también es algo previsible. No obstante, he vuelto a seguir con interés las aventuras de la bella, talentosa y siempre triste Claire. Si os gusta el mundo del show business con una buena dosis de morbo, "Flesh and Bone" es una buena opción para un fin de semana de gripe.



bottom of page