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  • Foto del escritorCascanueces

Iglesia de San Pablo

Testigo de la historia e inspiradora de leyendas en Valladolid.

El casco histórico de Valladolid, furiosamente maltratado por sucesivas reconversiones-especulaciones inmobiliarias sobre todo durante la segunda mitad del S. XX, preserva no obstante un enclave de inigualable valor histórico, la Plaza de San Pablo. En este señorial espacio se agrupan los conocidos como "sitios reales": Así, el Palacio de Pimentel, el Palacio Real y la propia iglesia conventual en honor del santo, que a su vez linda con la capilla y Colegio de San Gregorio (sede del Museo Nacional de Escultura). Adscrito a la orden de los Dominicos, el templo data de 1445, fecha en que fray Juan de Torquemada promueve su construcción, que se prolonga a lo largo de los años con el añadido de dependencias auxiliares y modificaciones que aportan a su inicial estética gótica-isabelina elementos renacentistas de estilo Herreriano. En 1601, siendo la ciudad capital del imperio, el Duque de Lerma patrocina las obras de reforma de su fachada principal y dona valiosas obras de arte como "La Anunciación" (F. Angelico). En su pila bautismal recibieron el sacramento los reyes Felipe II (de donde nace la leyenda de su salida a través de la ventana del cercano Palacio de Pimentel), y Felipe IV, ocasión para la que se construyó una pasarela elevada que conectaba con el Palacio Real. Durante el S. XIX el templo sufrió un grave deterioro a causa de la invasión napoleónica, agravado por las sucesivas desamortizaciones que prácticamente llevaron el conjunto arquitectónico a la ruina. La decadencia alcanzó su punto álgido en 1968 cuando el edificio sufrió un devastador incendio. Entre 2004 y 2009 se procedió a una restauración integral, recuperando así gran parte de su perdido esplendor. Entre los tesoros que acumula (pese al expolio sufrido a los largo de su historia y a que algunas valiosas obras hoy se encuentran diseminadas por museos como el Prado o el mencionado Nacional de Escultura) cabe destacar la imponente fachada que da a la plaza, reflejo de las diversas épocas y estilos que pasaron durante su construcción, las esculturas de Santo Domingo, el Cristo yacente y los cuatro Dominicos (todas del maestro Gregorio Fernández) y el Cristo en la cruz (atribuido a Pedro de la Cuadra), entre otros.

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