Cascanueces
La Casa Luelmo
Singular edificio en el Valladolid 'moderno'
Calle Ancares, s/n
Parque Alameda (Valladolid)
(Imagen: J.I. Delgado)
Insólito testimonio arquitectónico de los arrabales al Sur de Valladolid a principios del S. XX, la Casa Luelmo se yergue en el Parque Alameda, apacible microcosmos verde en el barrio de mismo nombre. Su melancólica presencia llama la atención como superviviente, decÃamos, de otra época en la que al Sur de la Plaza de toros de Valladolid (Paseo Zorrilla), se extendÃan grandes espacios agrestes donde la alta burguesÃa de la ciudad construÃa sus casas de recreo. Sin embargo, sobre todo en los años 80-90 del pasado siglo y junto al barrio contiguo de Covaresa, la zona se convirtió en el desahogo urbanÃstico de un Valladolid en irrefrenable crecimiento, siendo 'colonizada' por el asfalto y el cemento. "Villa Paulita" (como también era conocida) se construyó a instancias del empresario avÃcola Rufo Luelmo, siguiendo los cánones estéticos de aire 'modernista', vanguardia de su tiempo. Es de destacar su torreón y la capilla anexa. La vivienda fue heredada por el hijo de Rufo, José MarÃa Luelmo, empresario y poeta adscrito inicialmente al movimiento de la Generación del 27. Sucesivos acondicionamientos mantuvieron la casa habitable hasta el incendio de 1988, momento a partir del cual se acelera su deterioro y posterior ruina. La rehabilitación patrocinada por la ConsejerÃa de Cultura fue respetuosa con la intención original de Luelmo y el arquitecto al que se atribuye el proyecto original, Antonio Ortiz de Urbina. Desde entonces, el uso de la edificación es institucional (hoy sede de la Fundación Santa MarÃa la Real), y su entorno un pequeño oasis de tranquilidad donde no es imposible encontrar un banco donde solazarse y acaso abrir un libro (ya que hablamos de costumbres de otras épocas...).
Rescatamos un soneto de J.M. Luelmo (1907-1991), quién sabe si escrito entre las paredes de la casa familiar:
En vida hay guerra. Paz en este dÃa.
Hombres de bien, sentirla rescatada
con libertad y luz, que el alma anclada
duerma en el gozo y goce en la alegrÃa.
¡Los años! ¡Poco soy...! pero es tan mÃa
la existencia, de ardores traspasada,
que, con valor, espera la invernada
alentadora de ilusión tardÃa.
Lleno de claridad por cuanto creo,
en cielos de León y de Castilla,
con niebla o claro sol milagros veo.
Llevo en el corazón toda mi historia.
¿Vuelta a empezar? ¡Osada maravilla!
Tras guerra, ¡oh Dios!, imploro tu victoria.
Imagen: J.I. Delgado