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  • Foto del escritorLaura Preminger

Recogiendo Nueces (V)



Soy Laura Preminger, profesional autónoma e influencer de mí misma.

Estudié Arte Dramático y Leyes, una combinación exótica.

Aunque nací lejos, me fascina España y su cultura.

Me gusta disfrutar de la vida, buscar nuevos restaurantes, arreglarme para salir.

Buena conversadora con un Martini en la mano.

Amo la moda y el cine clásico.

No rehuyo el debate político, aunque enseguida me canso.

Me fascina leer el ¡Hola! mientras me hacen las mechas.

Reivindico la frivolidad como estrategia de supervivencia.

Cada semana sacudo el árbol y recojo algunas nueces...


 

No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto.

Aristóteles



La semana bien, gracias...



Como ya escribí en una anterior 'entradilla' (no confundir con el soniquete con que las peñas de dulzaineros nos revientan los tímpanos en las fiestas patronales, ¡Ay Agapito, qué hiciste...!) soy superfán de las Artes Marciales Mixtas (MMA). Doy por hecho que a estas alturas todo el mundo sabe que es uno de los deportes más duros, fusión de las diversas formas de propinar tortazos que se conocen en el planeta Tierra. Me gusta pensar ¡qué romántica...! en las MMA como vehículo de intercambio cultural entre los pueblos -¿qué país no ha cultivado amorosamente su idiosincrásica forma de repartir estopa?- Esto sí que es diversidad cultural, oiga, reglada por una normativa y ordenada por peso y género. Vuelan las galletas, los jab y los uppercut, se aplican mataleones y montadas, mezcolanza de sambo ruso, jiu-jitsu brasileiro, boxeo (ortodoxo y sucio), karate, judo y hasta lucha canaria (un abrazo, Juan Espino) todo bajo un estricto fair play deportivo. Así que, puntuales como un Rolex Daytona, cada semana las karens nos reunimos en mi casa, que pá eso tengo el mejor plasma y hago los mejores martinis, y a disfrutar con el Eurosport hasta las tantas. (Ese día dejo grabando la Teletienda para la mañana siguiente, mientras lidio con la resaca con un Bloody Mary). Para remarcar la universalidad del noble arte del leñazo, añadiré que mi pedicura (tan discreta y agradable) es toda una experta en Muay Thai, una de las especialidades de boxeo con puños, pies, codos y rodillas más brutales que puedan imaginarse.

(nota personal: no olvidar nunca dejar a Huan una buena propina)

Uno de los personajes más carismáticos de la UFC es la luchadora de la categoría straw Rose Namajunas. Campeona del mundo en dos ocasiones, su historia de superación y perseverancia es ejemplarizante. Nacida en Milwaukee (USA) en el seno de una familia de inmigrantes, formaba parte de ese inmenso colectivo (oficialmente inexistente) que los yankis denominan 'white trash'. Acosada y seguramente abusada desde niña, sufrió todas las formas de bullying. Su fe cristiana y su inquebrantable voluntad la mantuvieron a flote. Encontró en la lucha no solo los recursos para la supervivencia física, sino una forma de vida. Fue ganando combates y popularidad gracias a sus dotes como luchadora, pero también a su aspecto delicado y angelical. Consciente de que debía centrarse en lo primero, se rapó la cabeza y afinó hasta el extremo su técnica en inacabables entrenamientos. Su pelea por el título mundial con la campeona Joanna Jędrzejczyk es legendaria. La polaca, conocedora del traumatizante pasado de la aspirante, sometió a esta a una tremenda presión en todos los previos, careos y ruedas de prensa, intentando avivar sus temores más profundos. Rose se mantuvo firme y resolvió la pelea (las apuestas eran abrumadoramente favorables a Joanna) como la gran campeona que estaba llamada a ser. Había nacido Thug Rose. No es la más fuerte ni la más rápida, pero seguramente sí la más inteligente, quien mejor sabe 'leer' los combates. Sus posteriores disputas (con defensas del título, pérdidas y recuperaciones) son igualmente emocionantes, pero hoy solo quiero recordar aquella primera epopeya con la Jędrzejczyk. Te admiro Rose, y espero que pronto consigas de nuevo el título. Por cierto, marcaste estilo con tu corte de pelo...


Tal vez por equilibrar, dedicaré unas líneas a otro 'ejemplo' de superación y empoderamiento (nota para haters: esto es sarcasmo). Pulula por las RRSS una 'influencer' que se autodefine como "Actriz" (un par de apariciones en teleseries y en una o dos olvidables películas lo desmienten categóricamente) y "Defensora de los derechos de los animales" (sobre esto último puedo confirmar, gracias a sus stories, la existencia de un perro en casa). Pues bien, nuestra Jeanne d'Arc o Paca de Asís, ayuntada con un conocido futbolista, fatiga las redes con el previsible pero no por ello menos estomagante goteo de imágenes de felicidad compartida (en casas fastuosas y viajes de ensueño, manejando con destreza motos de agua, gobernando -"¡por allí resopla...!"- yates). Hasta ahí, lo habitual en estas variedades de fauna y flora. Y es que, nos guste o no, la sociedad en que vivimos obra el milagro de que un tipo con el discutible talento de saber dar patadas al balón, pueda hacerse multimillonario a los veinte. En cuanto a la susodicha, la suya es una epopeya no demasiado original y aún menos meritoria, así que me disculparán si no me demoro en su glosa. En resumen: ¡A vivir, que son dos días! El asunto se complica cuando estos personajes a los que normalmente observo con amigable curiosidad entomológica, deciden (¿aburrimiento, culpabilidad, arrogancia...?) que no es suficiente con su alegre exhibición de privilegios y descubren, Oh my Lord, su capacidad para aleccionar al resto de comunes mortales. Y así, lo que antes era un plácido y vulgar cuento de hadas adquiere el tufillo de una fábula moralizante con influencias de Samaniego, Paulo Coelho y Greta Thumberg. Desde su atalaya de superioridad moral, sabiduría infusa que antes brillaba en el Trivial y ahora en el Instagram, cualquier causa es buena para predicar a la plebe: feminismo, ecologismo, MeToo, BLM... (por cierto, ¿salvaste ya a los pingüinos, JB?) De vuelta a la Garbo rediviva, que siempre luce escultural derrengada en el yate o marcando músculos en el Gym, ha tenido el detalle de admonizarnos que este será el verano más frío que conoceremos en adelante (la frase ni siquiera es suya). Y yo, tan ingenua como siempre, siento un chill no sé si por el aire acondicionado tan fresquito (aprovechemos mientras podamos, que Falconetti ya ha metido la mano en el regulador) o por el recién revelado Armaggedon. Entonces reparo en que hay algo que no cuadra: Nostra-dama aparece en otras fotos a punto de embarcarse con el chorbo en su flamante avión privado, y si seguimos curioseando en la abundante info disponible (¡qué gran labor periodística hacen el Marca, Mundo Deportivo, As... siempre vigilantes para dar a conocer el último capricho de sus paladines!), llegamos a componer un cuadro general que, precisamente, de ecológico anda algo escaso: al jet de marras hay que sumar un puñao de Ferrari, Audi, Mercedes, más diversos ingenios para el medio acuático (todos -presuntamente- con los depósitos ful y prestos pa'l despegue) Llámenme ingenua, pero en la EGB me enseñaron que el "Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan" recibe el nombre de Hipocresía. Y claro, ahondando en mi infinita ignorancia, yo me pregunto: ¿Llegará nuestra heroína a entender, en otro de sus momentos de epifanía, que el tren de vida que se gasta contamina tanto o más que una ciudad pequeña como Teruel? Otrosí: ¿Comprenderá que la huella de carbono de su avión es el legado más perdurable que dejará tras su paso por este mundo? Entiéndase el giro poco friendly de mi narración: por lo que a mí respecta, la peripecia vital de estos gachós que viven como dios by de face, solo supone un volátil entretenimiento mientras me hacen las mechas. Me deleito en el tacto del papel cuché y en el brillo de las fotografías. Porno Soft. Y hasta es posible que sienta cierta nostalgia al contemplar el reportaje de un casoplón en las Bahamas que yo jamás podré disfrutar. Pero cuando cierro la revista y pago mi cuenta en la pelu y salgo al abrasador exterior para currarme la vida como toda la gente que conozco, ese otro mundo de ficción se desvanece como una leve flatulencia involuntaria (nota para eco-inquisidores: dicha aportación extra de metano es metafórica), y no recuerdo siquiera los nombres. C'est la vie. Sin embargo el tema deja de tener su gracia cuando, aprovechando el eco amplificador de las RRSS y el ambiente generalizado de banalidad, tipos y tipas que no han dado un palo al agua en su vida se ponen a dar lecciones y se convierten en referentes morales para niños y adolescentes.


Influencers, los llaman. Ahí os dejo mi dislike.


Esto no da para más por hoy. Me he quedado sin espacio. Me hubiera gustado hablar de las vacaciones de la familia real (ese vestido corto de Leticia), de Paquirrín y su carrera como DJ, de Bosé y de Victoria's Secret... Pero a veces, no viene mal marcar el territorio moral en que nos movemos, aunque sea en un espacio tan frívolo e intrascendente como el mío. Lo dejamos entonces para la próxima...



Chao chao!

L.





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